1 - 15 Texto bíblico
1 Y acabadas estas cosas, se me acercaron los príncipes, diciendo: El pueblo de Israel, los sacerdotes y los levitas no se han separado de los pueblos de las tierras y sus abominaciones: de los cananeos, hititas, ferezeos, jebuseos, amonitas, moabitas, egipcios y amorreos; 2 sino que han tomado mujeres de entre las hijas de ellos para sí y para sus hijos, y el linaje santo se ha mezclado con los pueblos de las tierras; es más, la mano de los príncipes y de los gobernantes ha sido la primera en [cometer] esta infidelidad. 3 Y cuando oí de este asunto, rasgué mi vestido y mi manto, y arranqué pelo de mi cabeza y de mi barba, y me senté atónito. 4 Entonces se reunieron conmigo todos los que temblaban ante las palabras del Dios de Israel por causa de la infidelidad de los desterrados, y estuve sentado atónito hasta la ofrenda de la tarde. 5 Pero a [la hora de] la ofrenda de la tarde, me levanté de mi humillación con mi vestido y mi manto rasgados, y caí de rodillas y extendí mis manos al SEÑOR mi Dios; 6 y dije: Dios mío, estoy avergonzado y confuso para [poder] levantar mi rostro a ti, mi Dios, porque nuestras iniquidades se han multiplicado por encima de [nuestras] cabezas, y nuestra culpa ha crecido hasta los cielos. 7 Desde los días de nuestros padres hasta el día de hoy [hemos estado] bajo gran culpa, y a causa de nuestras iniquidades, nosotros, nuestros reyes [y] nuestros sacerdotes hemos sido entregados en mano de los reyes de estas tierras, a la espada, al cautiverio, al saqueo y a la vergüenza pública, como en este día. 8 Pero ahora, por un breve momento, ha habido misericordia de parte del SEÑOR nuestro Dios, para dejarnos un remanente [que ha] escapado y darnos un refugio en su lugar santo, para que nuestro Dios ilumine nuestros ojos y nos conceda un poco de vida en nuestra servidumbre. 9 Porque siervos somos; mas en nuestra servidumbre, nuestro Dios no nos ha abandonado, sino que ha extendido [su] misericordia sobre nosotros ante los ojos de los reyes de Persia, dándonos ánimo para levantar la casa de nuestro Dios y para restaurar sus ruinas, y dándonos una muralla en Judá y en Jerusalén. 10 Y ahora, Dios nuestro, ¿qué diremos después de esto? Porque hemos abandonado tus mandamientos, 11 que por medio de tus siervos los profetas ordenaste, diciendo: «La tierra a la cual entráis para poseerla es una tierra inmunda con la inmundicia de los pueblos de estas tierras, con sus abominaciones que la han llenado de un extremo a otro, [y] con su impureza. 12 Ahora pues, no deis vuestras hijas a sus hijos ni toméis sus hijas para vuestros hijos, y nunca procuréis su paz ni su prosperidad, para que seáis fuertes y comáis lo mejor de la tierra y [la] dejéis por heredad a vuestros hijos para siempre». 13 Y después de todo lo que nos ha sobrevenido a causa de nuestras malas obras y nuestra gran culpa, puesto que tú, nuestro Dios, [nos] has pagado menos de [lo que] nuestras iniquidades [merecen,] y nos has dado un [remanente] que ha escapado como este, 14 ¿hemos de quebrantar de nuevo tus mandamientos emparentándo[nos] con los pueblos que cometen estas abominaciones? ¿No te enojarías con nosotros hasta destruir[nos], sin que quedara remanente ni quien escapara? 15 Oh SEÑOR, Dios de Israel, tú eres justo, porque hemos quedado un [remanente] que ha escapado, como [en] este día; he aquí, estamos delante de ti en nuestra culpa, porque nadie puede estar delante de ti a causa de esto.
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