1 - 30 Texto Bíblico
1 Palabra que vino a Jeremías para todos los judíos que moraban en la tierra de Egipto, los que moraban en Migdol, en Tafnes, en Menfis y en la tierra de Patros, diciendo: 2 Así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: «Vosotros habéis visto toda la calamidad que he traído sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá, y que he aquí, hoy están en ruinas y no hay en ellas morador, 3 a causa de la maldad que ellos cometieron para provocarme a ira, quemando constantemente sacrificios [y] sirviendo a otros dioses que no habían conocido, [ni] ellos, [ni] vosotros, ni vuestros padres. 4 Con todo, os envié a todos mis siervos los profetas repetidas veces, diciendo: “No hagáis ahora esta cosa abominable que yo aborrezco”. 5 Pero no escucharon ni inclinaron su oído para apartarse de su maldad, para dejar de quemar sacrificios a otros dioses. 6 Por tanto, se derramó mi ira y mi furor y ardió en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que fueron convertidas en ruinas y en desolación, como lo están hoy. 7 Ahora pues, así dice el SEÑOR Dios de los ejércitos, el Dios de Israel: “¿Por qué os hacéis un daño tan grande a vosotros mismos cortando de entre vosotros a hombre y mujer, niño y lactante de en medio de Judá, sin que os quede remanente, 8 provocándome a ira con la obra de vuestras manos, quemando sacrificios a otros dioses en la tierra de Egipto, adonde habéis entrado a residir, de modo que seáis exterminados y vengáis a ser maldición y oprobio entre todas las naciones de la tierra? 9 ¿Habéis olvidado las maldades de vuestros padres, las maldades de los reyes de Judá y las maldades de sus mujeres, vuestras propias maldades y las maldades de vuestras mujeres, que cometieron en la tierra de Judá y en las calles de Jerusalén? 10 Pero hasta hoy no se han humillado, ni han temido, ni han andado en mi ley ni en mis estatutos que puse delante de vosotros y delante de vuestros padres” ». 11 Por tanto, así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: «He aquí, volveré el rostro contra vosotros para mal, y para destruir a todo Judá. 12 Y quitaré el remanente de Judá que ha decidido entrar en la tierra de Egipto para residir allí, y serán acabados en la tierra de Egipto; caerán a espada, por el hambre serán acabados. Tanto el pequeño como el grande morirán a espada y de hambre; seréis [motivo] de maldición, de horror, de imprecación y de oprobio. 13 Y castigaré a los que moran en la tierra de Egipto, como he castigado a Jerusalén, con espada, con hambre y con pestilencia. 14 Y no quedará quien escape ni quien sobreviva del remanente de Judá que ha entrado en la tierra de Egipto para residir allí, para [luego] volver a la tierra de Judá a la cual añoran volver a fin de morar allí, porque ninguno volverá, excepto [algunos] fugitivos». 15 Entonces todos los hombres que sabían que sus mujeres quemaban sacrificios a otros dioses, junto con todas las mujeres que estaban presentes, una gran multitud, y todo el pueblo que moraba en la tierra de Egipto, en Patros, respondieron a Jeremías, diciendo: 16 En cuanto al mensaje que nos has hablado en el nombre del SEÑOR, no vamos a escucharte, 17 sino que ciertamente cumpliremos toda palabra que ha salido de nuestra boca, y quemaremos sacrificios a la reina del cielo, derramándole libaciones, como hacíamos nosotros, nuestros padres, nuestros reyes y nuestros príncipes en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén. Entonces teníamos bastante alimento, prosperábamos y no veíamos mal alguno. 18 Pero desde que dejamos de quemar sacrificios a la reina del cielo y derramarle libaciones, carecemos de todo, y por la espada y por el hambre hemos sido acabados. 19 Y, [dijeron las mujeres,] cuando nosotras quemábamos sacrificios a la reina del cielo y le derramábamos libaciones, ¿acaso sin saberlo nuestros maridos le hacíamos tortas con su imagen y le derramábamos libaciones? 20 Entonces Jeremías habló a todo el pueblo, a hombres y a mujeres, a todo el pueblo que así le respondía, diciendo: 21 En cuanto a los sacrificios que habéis quemado en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, vosotros y vuestros padres, vuestros reyes y vuestros príncipes y el pueblo de la tierra, ¿no se ha acordado el SEÑOR de ellos, y no ha venido [esto] a su mente? 22 El SEÑOR no pudo soportar más, a causa de la maldad de vuestras obras [y] a causa de las abominaciones que habíais cometido; por eso vuestra tierra fue convertida en ruinas, objeto de horror y maldición, sin habitantes, como [está] hoy. 23 Porque quemasteis sacrificios y pecasteis contra el SEÑOR y no obedecisteis la voz del SEÑOR ni anduvisteis en su ley, ni en sus estatutos, ni en sus testimonios, por tanto, os ha sobrevenido esta calamidad, como [sucede] hoy. 24 Entonces Jeremías dijo a todo el pueblo y a todas las mujeres: Oíd la palabra del SEÑOR, todo Judá, los que estáis en la tierra de Egipto: 25 Así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: «Vosotros y vuestras mujeres habéis hablado con vuestra boca y [lo] habéis realizado con vuestras manos, diciendo: “Ciertamente cumpliremos los votos que hemos hecho de quemar sacrificios a la reina del cielo y de derramarle libaciones”. ¡Id a cumplir vuestros votos! ¡Poned por obra vuestros votos!». 26 Pero oíd la palabra del SEÑOR, todo Judá, los que habitáis en la tierra de Egipto: «He aquí, he jurado por mi gran nombre» —dice el SEÑOR— «que nunca más será invocado mi nombre en toda la tierra de Egipto por boca de ningún hombre de Judá, diciendo: “Vive el Señor DIOS”. 27 He aquí, velo sobre ellos para mal y no para bien, y serán acabados todos los hombres de Judá que están en la tierra de Egipto por la espada y por el hambre hasta que sean totalmente exterminados. 28 Y los que escapen de la espada, pocos en número, volverán de la tierra de Egipto a la tierra de Judá. Entonces sabrá todo el remanente de Judá que ha ido a la tierra de Egipto para residir allí, qué palabra ha de permanecer, si la mía o la de ellos. 29 Y esta será la señal para vosotros» —declara el SEÑOR— «de que os voy a castigar en este lugar, para que sepáis que ciertamente mis palabras permanecerán para mal contra vosotros». 30 Así dice el SEÑOR: «He aquí, entregaré a Faraón Hofra, rey de Egipto, en manos de sus enemigos, en manos de los que buscan su vida, así como entregué a Sedequías, rey de Judá, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, su enemigo, que buscaba su vida».
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