1 - 43 Texto bíblico
1 Y llegaron al otro lado del mar, a la tierra de los gadarenos. 2 Y cuando Él salió de la barca, enseguida vino a su encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo, 3 que tenía su morada entre los sepulcros; y nadie podía ya atarlo ni aun con cadenas; 4 porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie era tan fuerte como para dominarlo. 5 Y siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y en los montes dando gritos e hiriéndose con piedras. 6 Cuando vio a Jesús de lejos, corrió y se postró delante de Él; 7 y gritando a gran voz, dijo*: ¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te imploro por Dios que no me atormentes. 8 Porque [Jesús] le decía: Sal del hombre, espíritu inmundo. 9 Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y él le dijo*: Me llamo Legión, porque somos muchos. 10 Entonces le rogaba con insistencia que no los enviara fuera de la tierra. 11 Y había allí una gran piara de cerdos paciendo junto al monte. 12 Y [los demonios] le rogaron, diciendo: Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos. 13 Y Él les dio permiso. Y saliendo los espíritus inmundos, entraron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se precipitó por un despeñadero al mar, y en el mar se ahogaron. 14 Y los que cuidaban los cerdos huyeron y lo contaron en la ciudad y por los campos. Y [la gente] vino a ver qué era lo que había sucedido. 15 Y vinieron* a Jesús, y vieron* al que había estado endemoniado, sentado, vestido y en su cabal juicio, el [mismo] que había tenido la legión; y tuvieron miedo. 16 Y los que lo habían visto les describieron cómo le había sucedido [esto] al endemoniado, y lo de los cerdos. 17 Y comenzaron a rogarle que se fuera de su comarca. 18 Al entrar Él en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que lo dejara acompañarle. 19 Pero [Jesús] no se lo permitió, sino que le dijo*: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho por ti, y [cómo] tuvo misericordia de ti. 20 Y él se fue, y empezó a proclamar en Decápolis cuán grandes cosas Jesús había hecho por él; y todos se quedaban maravillados. 21 Cuando Jesús pasó otra vez en la barca al otro lado, se reunió una gran multitud alrededor de Él; así que Él se quedó junto al mar. 22 Y vino uno de los oficiales de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle se postró* a sus pies. 23 Y le rogaba* con insistencia, diciendo: Mi hijita está al borde de la muerte; [te ruego] que vengas y pongas las manos sobre ella para que sane y viva. 24 [Jesús] fue con él; y una gran multitud le seguía y le oprimía. 25 Y una mujer que había tenido flujo de sangre por doce años, 26 y había sufrido mucho a manos de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía sin provecho alguno, sino que al contrario, había empeorado; 27 cuando oyó hablar de Jesús, se llegó [a Él] por detrás entre la multitud y tocó su manto. 28 Porque decía: Si tan solo toco sus ropas, sanaré. 29 Al instante la fuente de su sangre se secó, y sintió en su cuerpo que estaba curada de su aflicción. 30 Y enseguida Jesús, dándose cuenta de que había salido poder de Él, volviéndose entre la gente, dijo: ¿Quién ha tocado mi ropa? 31 Y sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te oprime, y dices: «¿Quién me ha tocado?». 32 Pero Él miraba a su alrededor para ver a la [mujer] que le había tocado. 33 Entonces la mujer, temerosa y temblando, dándose cuenta de lo que le había sucedido, vino y se postró delante de Él y le dijo toda la verdad. 34 Y [Jesús] le dijo: Hija, tu fe te ha sanado; vete en paz y queda sana de tu aflicción. 35 Mientras estaba todavía hablando, vinieron* de [casa del] oficial de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto, ¿para qué molestas aún al Maestro? 36 Pero Jesús, oyendo lo que se hablaba, dijo* al oficial de la sinagoga: No temas, cree solamente. 37 Y no permitió que nadie fuera con Él sino [solo] Pedro, Jacobo y Juan, el hermano de Jacobo. 38 Fueron* a la casa del oficial de la sinagoga, y [Jesús] vio* el alboroto, y [a los que] lloraban y se lamentaban mucho. 39 Y entrando les dijo*: ¿Por qué hacéis alboroto y lloráis? La niña no ha muerto, sino que está dormida. 40 Y se burlaban de Él. Pero Él, echando fuera a todos, tomó* consigo al padre y a la madre de la niña, y a los que estaban con Él, y entró* donde estaba la niña. 41 Y tomando a la niña por la mano, le dijo*: Talita cum (que traducido significa: Niña, a ti te digo, ¡levántate!). 42 Al instante la niña se levantó y [comenzó a] caminar, pues tenía doce años. Y al momento se quedaron completamente atónitos. 43 Entonces les dio órdenes estrictas de que nadie se enterara de esto; y dijo que le dieran de comer a la niña.
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