1 - 12 Texto Bíblico
1 ¡Oh, si rasgaras los cielos [y] descendieras, si los montes se estremecieran ante tu presencia 2 (como el fuego enciende el matorral, [como] el fuego hace hervir el agua), para dar a conocer tu nombre a tus adversarios, [para que] ante tu presencia tiemblen las naciones! 3 Cuando hiciste cosas terribles que no esperábamos, [y] descendiste, los montes se estremecieron ante tu presencia. 4 Desde la antigüedad no habían escuchado ni dado oídos, ni el ojo había visto a un Dios fuera de ti que obrara a favor del que esperaba en Él. 5 Sales al encuentro del que se regocija y practica la justicia, de los que se acuerdan de ti en tus caminos. He aquí, te enojaste porque pecamos; [continuamos] en los pecados por mucho tiempo, ¿y seremos salvos? 6 Todos nosotros somos como el inmundo, y como trapo de inmundicia todas nuestras obras justas; todos nos marchitamos como una hoja, y nuestras iniquidades, como el viento, nos arrastran. 7 Y no hay quien invoque tu nombre, quien se despierte para asirse de ti; porque has escondido tu rostro de nosotros y nos has entregado al poder de nuestras iniquidades. 8 Mas ahora, oh SEÑOR, tú eres nuestro Padre, nosotros el barro, y tú nuestro alfarero; obra de tus manos somos todos nosotros. 9 No te enojes en exceso, oh SEÑOR, ni para siempre te acuerdes de la iniquidad; he aquí, mira, te rogamos, todos nosotros somos tu pueblo. 10 Tus ciudades santas se han vuelto un desierto; Sión se ha convertido en un desierto, Jerusalén en una desolación. 11 Nuestra casa santa y hermosa donde te alababan nuestros padres, ha sido quemada [por el] fuego y todas nuestras cosas preciosas se han convertido en ruinas. 12 ¿Te contendrás ante estas cosas, oh SEÑOR? ¿Guardarás silencio y nos afligirás sin medida?
Explicación aún no disponible