1 - 34 Texto bíblico
1 Porque el reino de los cielos es semejante a un hacendado que salió muy de mañana para contratar obreros para su viña. 2 Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. 3 Y salió como a la hora tercera, y vio parados en la plaza a otros [que estaban] sin trabajo; 4 y a estos les dijo: «Id también vosotros a la viña, y os daré lo que sea justo». Y ellos fueron. 5 Volvió a salir como a la hora sexta y a la novena, e hizo lo mismo. 6 Y saliendo como a la [hora] undécima, encontró a otros parados, y les dijo*: «¿Por qué habéis estado aquí parados todo el día sin trabajar?». 7 Ellos le dijeron*: «Porque nadie nos contrató». Él les dijo*: «Id también vosotros a la viña». 8 Y al atardecer, el señor de la viña dijo* a su mayordomo: «Llama a los obreros y págales [su] jornal, comenzando por los últimos hasta los primeros». 9 Cuando llegaron los que [habían sido contratados] como a la hora undécima, cada uno recibió un denario. 10 Y cuando llegaron los que [fueron contratados] primero, pensaban que recibirían más; pero ellos también recibieron un denario cada uno. 11 Y al recibirlo, murmuraban contra el hacendado, 12 diciendo: «Estos últimos han trabajado [solo] una hora, pero los has hecho iguales a nosotros que hemos soportado el peso y el calor abrasador del día». 13 Pero respondiendo él, dijo a uno de ellos: «Amigo, no te hago ninguna injusticia; ¿no conviniste conmigo en un denario? 14 Toma lo que es tuyo, y vete; pero yo quiero darle a este último lo mismo que a ti. 15 ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo que es mío? ¿O es tu ojo malo porque yo soy bueno?». 16 Así, los últimos serán primeros, y los primeros, últimos. 17 Cuando Jesús iba subiendo a Jerusalén, tomó aparte a los doce [discípulos,] y por el camino les dijo: 18 He aquí, subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y escribas, y le condenarán a muerte; 19 y le entregarán a los gentiles para burlarse [de Él,] azotar[le] y crucificar[le,] y al tercer día resucitará. 20 Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose [ante Él] y pidiéndole algo. 21 Y Él le dijo: ¿Qué deseas? Ella le dijo*: Ordena que en tu reino estos dos hijos míos se sienten uno a tu derecha y el otro a tu izquierda. 22 Pero respondiendo Jesús, dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber? Ellos le dijeron*: Podemos. 23 Él les dijo*: Mi copa ciertamente beberéis, pero sentarse a mi derecha y a [mi] izquierda no es mío el concederlo, sino que es para quienes ha sido preparado por mi Padre. 24 Al oír [esto,] los diez se indignaron contra los dos hermanos. 25 Pero Jesús, llamándolos junto a sí, dijo: Sabéis que los gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y que los grandes ejercen autoridad sobre ellos. 26 No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera entre vosotros llegar a ser grande, será vuestro servidor, 27 y el que quiera entre vosotros ser el primero, será vuestro siervo; 28 así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos. 29 Al salir de Jericó, le siguió una gran multitud. 30 Y he aquí, dos ciegos que estaban sentados junto al camino, al oír que Jesús pasaba, gritaron, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! 31 Y la gente los reprendía para que se callaran, pero ellos gritaban más aún, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! 32 Deteniéndose Jesús, los llamó, y dijo: ¿Qué queréis que yo haga por vosotros? 33 Ellos le dijeron*: Señor, [deseamos] que nuestros ojos sean abiertos. 34 Entonces Jesús, movido a compasión, tocó los ojos de ellos, y al instante recobraron la vista, y le siguieron.
Explicación aún no disponible